Martillo y Tornillo… un cuento de liderazgo

Una tarde como cualquier otra, un martillo y un clavo se encontraron sobre un baúl de la casa en la que servían. Ambos habían sido convocados por Constructor para ayudar colgar un Cuadro en la pared – Constructor soñaba con ver a Cuadro colgado en la pared, Martillo y Tornillo no sabían mucho el uno del otro pero habían escuchado que eran buenos en lo que hacían. Martillo era conocido por su largo historial de cuadros «ayudados a colgar» y Tornillo, por su lado, provenía de una familia de colgadores naturales de cuadros así que la visión de Constructor parecía fácil de alcanzar.

Cuando ambos se encontraron sobre a mesa – Martillo y Tornillo – , se pusieron a conversar sobre las expectativas que tenían acerca de colgar el cuadro y cómo se imaginaban a Cuadro colgado en la Pared, definitivamente estaban en la misma página: tenían una visión en común y experiencia y fortalezas para aportar.

Pero entre que conversaban cayeron en cuenta de una dura realidad: Martillo estaba acostumbrado a trabajar con clavos y Tornillo no contaba con su aliado Destornillador, por lo que, si no estaban equivocados, Martillo iba a ser utilizado para «clavar» a Tornillo a la pared. «Esto va a doler» fueron las palabras exactas de Tornillo luego de darse cuenta de la situación.

Constructor, que era el hábil humano – aunque inexperto – que tuvo la visión del Cuadro en la Pared y que había planificado utilizar a Martillo y Tornillo para la tarea, levantó a Martillo y comenzó a golpear a «clavar» a Tornillo hasta que este logró ingresar a la pared, ella – que hasta ese momento estaba emocionada por como se vería Cuadro – veía como su maquillaje se despedazaba y eso le entristecía, pero no se comparaba con el rostro adolorido de Tornillo ni con la expresión de sorpresa de Martillo al ser utilizado de una manera tan despiadada. Cada golpe que retumbaba en la casa hacía notar la inexperiencia de Constructor y la impotencia de Martillo y Tornillo mientras avanzaban a su objetivo.

Dolorosos segundos después, Tornillo quedó finalmente anclado a Pared, no estaba firme y hasta se veía chueco pero Constructor no se veía para nada desanimado… es más, él pensaba que al poner a Cuadro nadie se daría cuenta de lo mal que quedó Pared y de lo dañado que quedó Tornillo. Constructor finalmente sonreiría… Martillo tendría un cuadro más en su curriculum y Tornillo seguiría haciendo honra al apellido de la familia… y aunque Pared estuviera dañada, al menos su visión – la de Constructor – estaría cumplida.

Los invitados de Constructor – cuando lleguen – admirarían el Cuadro en la Pared y no sabrían nada de la triste historia. Constructor seguiría considerándose un visionario y se prepararía para su siguiente sueño en el que, tal vez, vuelva a causar tanto dolor como el que generó en esta ocasión.


Hace unas semanas mientras llevaba adelante un taller sobre Liderazgo e Influencia con varios líderes, les pregunté si era posible colocar un tornillo con un martillo y la respuesta en general fue «si, pero dañarás la pared» o «sí, pero no es la forma correcta de hacerlo» y es verdad, un tornillo no ha sido diseñado para que sea utilizado con un martillo ni éste ha sido diseñado para trabajar con un tornillo. Un martillo es efectivo con clavos y un tornillo es apropiadamente colocado con un destornillador cuando ya preparaste la pared.

La charla que sostuve con ellos me animo a escribir el cuento que les presento arriba pues refleja lo que a veces ocurre en nuestras organizaciones: hay una visión (el Cuadro en la Pared), un ejecutivo visionario (Constructor), una organización (Pared), un equipo con mucho potencial (Martillo y Tornillo) y unos ojos externos (los de los invitados), y aunque la visión se cumple, el costo para la organización es alto.

En el cuento, nuestro visionario desarrolla una visión importante para la organización y para cumplirla se asegura de contar con un equipo sólido – son buena experiencia y preparación -, sin embargo, no prevé que eso no es todo lo que se necesita pues debe desarrollar conexión e integración.

La conexión hubiera implicado – para nuestro amigo Constructor – averiguar cómo se utilizaba un Martillo y un Tornillo de forma apropiada y para ello sólo hubiera tenido que preguntar a alguien con más experiencia. Hacerlo habría evitado daños en la pared y en el tornillo. Traduciendo este comentario para nuestras organizaciones, es necesario decir que no es suficiente incluir personas «excelentes» en nuestros equipos, sino que como líderes, debemos darnos el tiempo de saber cómo «funcionan» de mejor manera y eso se logra a través de la conexión, haciendo preguntas, interesándose sinceramente por sus historias, éxitos y fracasos. La conexión abre paso a un trabajo de equipo eficiente y logra que las personas decidan dar y vivir en su potencial.

La integración, por su lado, asegura que una persona asuma la camiseta de la organización y no sea únicamente el «nuevo» en el equipo. En nuestra historia representa preparar la pared, pues ella, como organización, sufre por el mal trabajo en equipo y el mal liderazgo. La integración asegura que las personas se comuniquen entre ellas, identifiquen las fortalezas que tienen disponibles y las aprovechen para cubrir sus debilidades. Un buen proceso de integración disminuye el riesgo de chismes y rumores que finalmente destruyen los equipos.

Finalmente, el mensaje mayor de la historia, es que lo importante no es la visión sino las personas. Si bien en nuestro cuento se logró colocar el Cuadro en la Pared, el costo lo asumieron las personas y la organización – representado en la Pared dañada y el Tornillo mal colocado – , y aunque para los ojos externos (de los invitados) todo parecía estar bien, la verdad es que la suma de estos errores – en el mediano plazo – debilitan la organización y reducen su capacidad de alcanzar la visión.

¿Un buen líder debería sacrificar la visión para asegurar a las personas? No. Debe esforzarse en las personas para lograr la visión pues cómo dice John Maxwell «las personas hacen que las cosas sucedan».

Puntos para recordar…

  • Asegúrate de conectarte con tu equipo, sé intencional en ello: pasa tiempo fuera de la oficina, haz preguntas, escucha de sus éxitos y fracasos.
  • Busca integrar a tu equipo, define los roles claramente y busca que cada persona reconozca las habilidades que existen en las otras personas. Fomenta la comunicación transparente y respetuosa así como una atmósfera positiva en momentos de dificultad.
  • Ten clara la visión de tu organización de manera que valores y añadas valor a tu equipo pues sin ellos no podrás alcanzarla.

Publicado por Erlan Gonzales

Esposo de Evelyn Meneses, papá de Hannah y Zoe. Ingeniero por muchos años, apasionado por el desarrollo personal de las personas y enamorado de la obra de Jesucristo.